domingo, noviembre 02, 2008

Bus Station

Últimamente me está tocando volar mucho y esto no ha hecho sino confirmar una teoría que tenía clarísima ya hace tiempo: no hay color entre el ambiente en un aeropuerto y el ambiente en una estación de autobuses o trenes

Desconozco la razón, pero las estaciones de autobuses son un polo de atracción para vagabundos, depravados, tontos o frikis sin más. Gente que ni siquiera espera un autobús a ninguna parte sino que merodean por allí. A medida que uno se va acercando a la estación de autobuses van apareciendo personajes propios de una canción de Sabina: putas, timadores, tontos, dandys decrépitos de tercera, y algún militar despidiéndose de la novia.

Igual que cuando te acercas a un avispero empiezas viendo algunas avispas y cuando te acercas más y más, ves cada vez más y más avispas, el avispero de una estación de autobuses es el aseo de caballeros. En este lugar se concentra una extraña amalgama de tontos de pueblo, trileros de provincias y voyeurs jubilados de modo que tienes que tener muchas ganas de mear, pero muchas , para traspasar el umbral.

Yo lo hice algunas veces en la antigua estación de Auto-Res en Conde de Casal , paradigma del tipo de aseo al que me estoy refiriendo, y aún me recorre un sudor frio la espalda cada vez que me acuerdo. El que los visitara, viva el eufemismo porque había que tener huevos para entrar allí, sabe de qué estoy hablando. Paradójicamente siempre había una señora limpiando el antro, por lo que el olor a amoniaco era insoportable, pero dudo que haya lugar menos recomendable en los alrededores para echar un pís.

Otro momento único de las estaciones de autobuses provinciales son las cestas. Sí , como la de Paco Martínez Soria en “La Ciudad no es para mí”. Aún hoy en la estación de Salamanca no es difícil ver algún paisano que lleva su compra de fruta y verduras en una cesta de mimbre, y la boina y el “Doñarogielismo” todavía tiene gran predicamento en algunas líneas provinciales. Mi preferido es un conductor de la línea que va hacia Piedrahita que no hace mucho aún conducía un autobús de los 70 con su boina y su cigarrito.

El friki de aeropuerto es diferente, es más extravagante , con sombreros de vaquero o a lo Indiana Jones, gafas panorámicas de sol a las 6 de la mañana, auténticos “Empire State” de ensaimadas a la vuelta de Mallorca, y señoras con abrigos de visón en verano y parejas de novios en bermudas en invierno. Pero lo que nunca falta es un pibón , y oye entre Paco Martínez Soria y un pibón , pues yo soy más de pibón.

3 comentarios:

  1. Todavía me estoy riendo recordando mis visitas al baño de Auto-Res dos minutos antes de que saliera mi autobús a Salamanca con el maletón colgado al hombro.

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  2. Me hace gracia Atocha, que, como los nuevos ricos, pretende tener el ambiente de un aeropuerto cuando sigue siendo una estación de tren. Los pibones vestidos de Gucci que viajan en clase Club a Barcelona o Sevilla se cruzan con los jubilados y los vagabundos que pasan la tarde en el jardín tropical. Y el que tenga dudas, que pase al baño de caballeros.

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  3. Oye tio, entre tus Blogs, mis conferencias contra viento y marea y los "recortes" de tu hermano "Manolete de Cuellar" vamos a dejar el pais escachifollado. Un beso (soy su padre)

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