martes, mayo 16, 2006

Inmigración... ese drama


Este tema no deja lugar a la broma.
A los habitantes del tercer mundo, a los que llevamos enviando medicamentos, alimentos y dinero desde hace años para dejar tranquilas nuestras conciencias, esto ya no les vale y quieren venir ellos mismos a recogerlo a la puerta de nuestras casas. Tiene toda la lógica del mundo, y aunque la medida de regularización masiva ha sido un acelerador del proceso, este proceso era algo previsible hace ya años para el cual ningún gobierno de la rica Europa se ha preparado convenientemente.
La solución no pasa por regularizar masivamente a todo el que llegue a nuestras playas, ni jugar al ping-pong con ellos: hoy te devuelvo a Senegal mañana vuelves desde Mali. Cuando los 900 millones de Africanos y los 400 millones de sudamericanos dispongan de una tarjeta de residencia con la bandera azul y las estrellitas ¿habremos resuelto el problema o habremos desplazado el problema? Probablemente esto último, que es lo que en el fondo todo el mundo piensa que consigue la regularización y hace que algunos no quieran hacer nada, para que al menos así se mantenga como un problema lejano.
Obviamente la solución pasa por lograr que estas personas tengan un futuro en sus países. Sin embargo la política internacional está más enfocada en lograr una posición ventajosa en el aprovechamiento de los recursos de estos países, lo que es absolutamente incompatible con la solución al problema. Además, esto da fuerza a movimientos populistas como los protagonizados por Evo Morales en Bolivia que dudo mucho eviten disminuir el flujo de bolivianos hacia España.
Mientras los gobiernos del tercer mundo sean gobiernos corruptos que se guíen únicamente por la acumulación de riqueza para sus gobernantes, no hay solución para la inmigración y lo único que podremos hacer es apretar los dedos para que una crisis económica en España no provoque un parón de la actividad económica y deje en la calle a todos los regularizados y los no regularizados. Luchemos no únicamente porque nuestras empresas aprovechen los recursos de esos países, sino porque esas empresas inviertan sus beneficios en dichos países amparados en gobiernos democráticos que no nos chantajean y que ayudan a invertir el dinero obtenido en su pueblo y no en sus cuentas de suiza.

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