lunes, julio 14, 2008

Personajes en una boda (VIII): El niño llorón

Si hay un personaje indispensable en cualquier boda es el niño llorón, o quizás debamos decir los niños llorones. Y es que a diferencia de otros personajes que actúan en solitario, en el caso de los niños llorones gustan de actuar en grupo, a veces con algún solista destacado, pero siempre con grandes pasajes a coro.

Los chavales, hijos de primos y amigos de los novios, a diferencia de los Adolescentes Desubicados no figuran en las invitaciones, pero no les importa. Ellos tienen su momento, lo saben y van preparados a desplegar sus mejores armas.

Al principio de la misa juegan al despiste permaneciendo callados, aparentemente serios y sólo los muy ambiciosos se atreven a comenzar antes de la Homilía. Esto hace bajar la guardia a los padres, que creen que no habrá mayor problema, que controlarán al chaval y se colocan en un banco de las primeras filas.

Sin embargo, el niño llorón sabe buscar su momento perfecto, esa homilía larga,muy larga, donde los mayores ya empiezan a toser y cuchichear. Ya cerca del final, empieza sus primeras escaramuzas dando voces que el cura trata de tapar elevando su voz, que la madre trata de callar haciendo "Tschsssss" y que la abuela en caso de estar presente ríe cual madre en "Lluvia de Estrellas"

Sin embargo, su momento estrella se produce durante al ceremonia de casamiento, ese momento en el que debería oirse a los novios jurarse fidelidad eterna, penas y enfermedades compartidas, y en el que habitualmente sólo se oye al cura y las arras que se caen al suelo. Pues bien, en ese momento un gen que sólo posee el niño llorón le hace saber que es su momento , el momento de desgañitarse como sólo hacía cuando tenía cólicos o cuando le vacunaron de la Triple vírica; estalla, dando entrada cual solista al resto del de niños llorones que le acompañan, jodiendo los vídeos familiares de momento tan especial. No hay edición de vídeo capaz de suprimir a un niño llorón.

La única manera de aplacarlos suele ser salir a toda prisa de la iglesia por los pasillos laterales y comprarle unos chuches, papel que suele asumir el abnegado padre o el orgulloso abuelo. En caso de entrar de nuevo o salir, queda otro momento especialmente pensado para ellos : la consagración.

Todo el mundo callado, los más píos arrodillados, la madrina acordándose y rezando por su padre muerto hace pocos años y el cura elevando el cáliz. En ese momento el llorón suelta una frase ininteligible, la madre le agarra del brazo y ya está liada, el chavalín que comienza a llorar, si cabe, de manera aún más taladrante. Nueva carrera por el pasillo lateral y salida a la calle de donde no volverá .

Tras este despliegue de medios , el chaval suele acabar muerto de sueño en medio del banquete, pasando del escalope y las croquetas variadas del menú infantil. Sólo recupera parte de su vitalidad para recoger el sobre sorpresa que han preparado los novios para la chavalería, coger la pelotilla saltarina que va dentro de la bolsa sorpresa y tirar alguna copa de vino con la misma , acto último del niño llorón en una boda que suele acabar caneado por sus padres y dormido en algún rincón del salón hasta que sus padres se van a casa.

Por eso, novios que dedicáis tiempo en escoger la música del coro y las lecturas, no olvidéis ensayar convenientemente el repertorio vuestros niños del coro, sí los niños llorones.

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