miércoles, mayo 30, 2012

Personajes en una Boda (XVI): La Madrinabólica

Recuperamos esta vieja serie para hablar de un personaje con sentimientos contrapuestos durante la boda, la madrina.
Por un lado está alegre pues su nene, el soso, el que ligaba menos que el conductor del papamovil, el que tenía toda la pinta de quedarse solterón,se casa al fin y hay posibilidades de que le de nietos en breve.

Sin embargo,  por otro lado está triste, se llevan a su niño de 38 años, el que le programaba los canales de la TDT para ver "El gato al agua", el mismo que le grababa los Cds de Raphael del ordenador, el que le recogía la mesa después de comer mientras ella veía "Amar en Tiempos Revueltos" y el mismo que la llevaba en su coche tuneado a los funerales de la gente de su pueblo .

Sí, ella a cambio le lavaba la ropa,le cosía los botones y le hacía tortilla de patata cada vez que a él le apetecía , pero ahora toda esa vida desaparecerá .Y lo que es peor, durante la preparación de los fastos de la boda, que ella acogió al principio con tanta ilusión, se ha dado cuenta de varias cosas que le han ido apagando la emoción inicial.

Para empezar la novia, esa chica tan buenecina y simpática que venia los domingos a comer , que parecía tan modosita y ayudaba a recoger, durante los preparativos  de la boda se desvela como una autentica arpía que maneja  a su  hijo a su antojo.En alianza con su no menos pérfida madre hace y deshace sin consultar a la madrina,  y ésta tras varios desplantes y choques con la pareja de organizadoras y un par de "calzonazos" a su propio hijo, decide pasar de la boda, asumir un papel pasivo y rumiar su descontento para no torpedear la sorprendente relación de su hijo con una chica.

Por eso, la madrina llega a la boda ya con los brazos bajados, sintiendo que asiste a una boda ajena a su gusto, pero contenta de que su hijo parezca feliz junto a la arpía.  De todos los posibles choques entre una madrina y la novia hay 3 grandes clásicos: el traje de la madrina, la invitación o no de los familiares de la madrina y su colocación durante el banquete y el tema de los regalos a los invitados.

El primero surge un domingo cualquiera cuando va la parejita a comer a casa de los padres de él, y la futura madrina, tras la comida familiar y orgullosa de la compra de su modelito, saca el bolsón con el traje para la valoración de la futura nuera;  y ésta realiza una mueca no disimulada y traducible como "vaya paletada , como para dejarle opinar del resto" aunque de su boca sale un "ah!, está bien, pero no es de poco vestir para una boda?" ,creando una tensión que se corta con cuchillo jamonero.

La vuelta a casa es un suplicio para el hijo que recibe la ofensiva de su novia en pos de que éste hable con su madre y arregle el desmadre ( nunca mejor dicho). Pero esto ya no lo arregla ni Kofi Anan y sus cascos azules, porque la madrina que compró su modelo con el sabio consejo de su hermana, la vecina Conchi y Puri, la dependienta  de la tienda donde compra  toda la vida, no piensa cambiar su vestido azul pavo con lentejuelas plateadas. 

El segundo punto de roce se produce cuando la novia comienza a vetar en la lista de invitados a los primos de la madre que viven en el pueblo, mientras que incluye al médico que operó de juanetes a su abuela, las amigas de catequesis y otros cuatro grupos de amigas y un primo cuarto que vive en Miami y que hace 10 años que no ve. Además coloca a la panda que juega al mus con su padre en una posición preferente, mientras que coloca a la hermana de la madrina, el primo alternativo del novio y la vecina Conchi, en una mesa al fondo del salón detrás de una columna, desde la que solo se ve la mesa presidencial poniendo la silla a dos patas y con doble reflejo en los espejos de 3 columnas.

El último  choque es el de los regalos a los invitados. La madrina había pensado regalar unas bolsitas perfumadas de lavanda para el armario, mientras que la novia había pensado en bombones y unas zapatillas de cáñamo para el baile, y aunque es la madrina quien repartirá, al final es la novia quien de nuevo se impone y da conversación a la madrina y todas sus amigas durante los meses antes del día D.

Por eso, llegado el día D, las espadas se encuentran en todo lo alto y para empeorar las cosas la madrina decide acompañar su traje azul pavo con lentejuelas con algo que nadie le había contado a la novia: una peineta.

Sí, aunque la boda se celebre en la verde Asturias y no en la Macarena Sevillana, la madrina se casca una peineta a lo Duquesa de Alba, con la que es capaz de recibir señal clara del Astra I y pillar más satélites que el TomTom .  Superado el problema de ir con la peineta en el coupe tuneado del novio, mirando al suelo y sacando la peineta por encima del respaldo del copiloto, la llegada a la iglesia y las primeras fotos no hacen sino constatar todos estos dramas previos.

Una vez superado el  rollo de quién posa y quién no posa al final, donde vuelven a encenderse los rescoldos de batallas previas mal apagados, el resto de la boda la madrina  decide seguir camino paralelo a la novia y suele acabar apagando sus penas en alcohol, bailando un agarrado con su vecina Conchi y liderando la conga con la peineta ya enfocada a los satélites rusos y chinos.

A veces, y sólo aquellas más afortunadas, logran librarse de uno de los momentos más engorrosos de una madrina,  cuando los amigos borrachos del novio le hacen besar al padrino, a pesar de que no pueden verse ni en pintura o lo que es peor,  bailar con el consabido vals.

Por eso, mujeres del mundo, tened hijas y así no tendréis que ser madrinas en el futuro, ni besar al padrino, ni perder un hijo pero ganar una arpía.

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