jueves, noviembre 29, 2012

El general no tiene quien le escriba


El general destapó el tarro de café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata.

La historia que hoy traemos nada tiene que ver con el universo de García Márquez. En nuestro relato no habrá patios con buganvillas, ni hamacas donde se producen desvelos provocados por el calor tórrido y los ataques de asma, ni temporales tropicales que descargan su furia en medio de un calor sofocante en días interminables en los que no pasa nada, ni gallos de pelea muertos de hambre atados a una silla a la espera de su ración diaria de maíz.

No, nuestro general toma Ristretto, o quizás Voluto como Clooney, y aunque ha estado en climas tórridos donde las tormentas de arena paraban la actividad durante días, él siempre ha estado enchufado a un aire acondicionado y un teléfono satélite.

Este general con más chapas que la Torre Eiffel y risa de Bugs Bunny , ha saltado a las páginas de todo el mundo no por sus heroicas acciones en Irak, Afganistan o la CIA, donde era una especie de M al que se le morían los James Bonds que tenía destacados en Bengasi, sino por una historia más propia de Al salir de Clase: Chicos populares, tías buenas, infidelidades cruzadas y tías pérfidas maquinando

Y es que lo que intentaba Petraeus no podía salir bien. Todo empezó porque la señorita Broadwell, joven y ambiciosa militar y escritora, y cuya foto con las tetas por delante es toda una declaración de principios, en un determinado momento decidió que su tesis doctoral en la Universidad de Harvard versara sobre la heroica figura de nuestro querido general. Su ambición probablemente la llevó a adular al personaje más que a la persona, y como quien no quiere la cosa, pasaron de hablar de operaciones en Kirkuk a meterse juntos en la cama .

Curiosa la trayectoria y digna de estudio sin duda. Debió ser algo así como :"Mi general es apasionante lo que me está contando sobre la toma de Mosul , me están dando ganas de chupársela" . "Tampoco es para tanto, pero si te empeñas", le contestó el general, para seguir con un paradigmático "Yes, you can" (siempre ha sido muy de Obama). Pero el resultado posterior ha demostrado que "No , they Can´t".

Y es que al otro lado estaba la abnegada esposa del héroe, la que ha pasado años cuidando de los niños mientras él ganaba chapitas y mataba talibanes; la que preparaba su pastel favorito de jengibre cada vez que él volvía de las estancias en Afganistan;  la que se dedicaba a hacer cuadros de ganchillo mientras a él se la chupaba la Broadwell.

Él , harto de sudar en páramos desérticos azotados por vientos abrasadores, como salidos de un alto horno, y harto de ver chicos negros del Bronx que volvían envueltos en banderas estrelladas tras ser destrozados por ataques suicidas en Kandahar decidió darse un premio. Y ese premio en el que cambiaba los trajes Merkel, el pelo canoso y las bragas altas color carne por la ropa interior de satén negro, los zapatos de Jimmy Choo y la melena negra Wella Koleston, le ha salido mal. Ya no tiene nadie quien le escriba.

El general necesitó sesenta años —los sesenta años de su vida, minuto a minuto— para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder.

— Mierda.

2 comentarios:

  1. Ya podían haber hecho un resumen así en prensa, porque anda que no me costó entender éste culebrón....

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